En barra, líquido o como parte de alguna receta, el cacao es una de las grandes delicias presente en todas las cocinas y mesas del mundo. Su origen se remonta a más de tres mil años en las selvas del Amazonas y el Orinoco, pero fueron las culturas mesoamericanas quienes lo domesticaron considerándolo “elixir de los dioses”, exclusivamente destinado a la clase guerrera y sacerdotal.

Tras la conquista, los españoles se encargaron de llevarlo a Europa y de ahí se extendió al resto de los continentes, de tal manera que en la actualidad es uno de los comestibles de mayor consumo en todos los rincones del planeta.

Sin embargo, el fruto del árbol Theobroma cacao no se ha empleado solo como alimento. Para los mayas formaba parte del ritual sagrado ofrecido en honor a Ek Chuah, dios del cacao y del comercio. Al igual que los mayas, los aztecas utilizaban esta semilla como moneda de cambio, aunque ya en esa época también se prestaba a falsificaciones, pues las cáscaras se rellenaban con barro y eran conocidas como cachuachichihua.

Un producto aprovechado con diferentes fines

El árbol del cacao, por ejemplo, se usa en la reforestación de terrenos por la calidad y cantidad de materia orgánica que aporta. La cáscara del fruto es útil como alimento para ganado, mientras que las cenizas obtenidas de esta se destinan a la fabricación de abonos orgánicos. Con la pulpa y el jugo se elaboran bebidas alcohólicas, jaleas y mermeladas.

Por su composición, la manteca de cacao es ingrediente básico para la industria cosmética y farmacéutica, pues con ella se fabrican, entre otras cosas, revestimientos de píldoras, supositorios, jabones, cremas, pomadas, mascarillas y labiales.

Además de los efectos asociados a nivel cerebral con la acción antidepresiva del cacao por la liberación de endorfinas y hormonas, desde el punto de vista terapéutico las propiedades de la teobromina -uno de los principales componentes del cacao- sigue siendo motivo de numerosos ensayos y estudios. Al parecer su alto contenido de polifenoles podría ayudar en el tratamiento de enfermedades crónico degenerativas, las cuales afectan al sistema cardiocirculatorio y nervioso.