Ocho restaurantes en CDMX para ir con amigos
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Si por sí sola la trufa es de los ingredientes más apreciados en la cocina por el delicioso sabor y aroma con los que realza cualquier plato, tanto mejor será si viene acompañada con un buen queso. Disfruta de esta combinación única con las siguientes variedades.
Nativo de la región de la Ile de France y con Denominación de Origen Controlada, tiene una larga historia que se remonta a la Edad Media. Es un queso de pasta suave elaborado con leche cruda de vaca que para esta versión ha sido ligeramente madurada incorporando, a las pocas semanas de su curación, un relleno con trufas negras picadas Perigord, crema de mascarpone, flor de sal de Guérande y pimienta fresca molida. Ideal para servirse como aperitivo con champagne o vino tinto de Burdeos.
Emblemático de los Países Bajos, el gouda empezó a fabricarse alrededor del siglo XIII. Esta variante de pasta semi-suave se hace con leche pasteurizada de vaca, aromatizada con pequeños trozos de trufa negra y sometida a una maduración mínima de seis semanas. De sabor menos dulzón que otros de su clase, se presta para aperitivos, tablas de quesos o dar un toque diferente a platos terminados a base de pasta o arroz con una copa de vino blanco o vino de Jerez seco muy frío.
Una especialidad ibérica procedente de Castilla y León. Producido artesanalmente con leche cruda de ovejas autóctonas mezclada con pequeños trozos de trufas blancas del Piamonte y madurado como mínimo seis meses. De pasta untuosa con suave aroma y sabor, se lleva bien con vinos blancos añejados en barrica tipo Chardonnay o tintos Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Syrah o Malbec con crianza.
Aunque al parecer oriundo de Basilicata, es en Cerdeña donde se concentra la mayor producción de este queso italiano de pasta dura fabricado con leche cruda de oveja. Tras una maduración de ocho meses es inyectado con una pasta a base de trufas negras que como resultado forman unas vetas amplias y profundas. Posee un sabor fuerte, picante y ligeramente salado, apto para acompañarse con nueces y peras y vinos tintos de carácter robusto.
Elaborado con leche de vaca u oveja y hojuelas de trufa negra, es propio del Véneto, al norte de Italia. Su nombre significa, literalmente “bajo las cenizas” y es que se madura en una corteza de cenizas de la vid mezcladas con nuez moscada, cilantro, canela, regaliz, clavo e hinojo. De textura semi-blanda y sabor levemente picante, resulta ideal para entremeses o en pizzas, pastas y risottos acompañado de vino blanco o tinto con crianza en madera.
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