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Salazar, el restaurante con la mejor vista de la CDMX

Foto: Bárbara Manzur

No solo se trata de ir a tener una experiencia memorable (y vaya que la panorámica de esta terraza lo amerita) sino también de comer rico, pasarla mejor y descubrir uno que otro sabor nuevo. Salazar es un restaurante ubicado en las alturas de a colonia Cuauhtémoc donde el humo es el hilo conductor de varios platillos que han conquistado a varios.

Su nombre no es el apellido del chef, como podría asumirse. Es, más bien, la fusión de dos palabras: sal, símbolo de estatus y azar, que se refiere a la suerte, fortuna y casualidad.

La mente maestra es Allan Yáñez, cuyo paso por cocinas europeas le dieron las herramientas necesarias para otorgarle a Salazar un sello difícil de conseguir: que lo complicado se vea y se sienta simple. Tiene también una curaduría gastronómica y productos comercializados por Edo Kobayashi.

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Salazar, del campo a la ciudad y de ahí, al restaurante

El lugar asemeja la de un granero pero se ubica en un octavo piso, lo que presume una de las mejores vistas de la CDMX: el Ángel de la Independencia.

La comodidad de su mobiliario y la facilidad del menú para conquistar paladares –tanto en la comida como en la experiencia líquida– invita a extensas sobremesas que transforman comidas y cenas en intimas reuniones de amigos. Salazar contrasta la calidez y lo hogareño del campo con el dinamismo de la Ciudad de México.

Para empezar, recomendamos un clásico de las tendencias gastronómicas de este año: la ensalada de betabel. Esta tiene algo de especial: una textura inmejorable, queso de cabra cenizo y un alño que da sentido a todo el plato. Otra opción que pone en el foco la importancia de los vegetales en el menú es el poro braseado con mousse de alcaparra, vinagreta de toronja e ikura.

Como buen restaurante vanguardista, utiliza toda suerte de ingredientes y los hace lucir con poca transformación. Mención especial al chuletón de cerdo que viene con una salsa velouté picante con gochujang y jitomate confitado. Con su juego de texturas y sabores crea todo un ecosistema al comerlo.

salazar restaurante
Foto: Bárbara Manzur

También vale la pena probar el pato añejado en una demi glace de su mismo jugo. Es suave, equilibrado y combina bien con la ensalada estacional que se presenta como acompañamiento.

Guarda espacio para el postre

Para postres, algo conciso pero bien logrado. Sobresale el clásico francés París Brest relleno de crema de avellanas y la panna cotta de queso brie con coulis de coco y supremas de cítricos.

La mayoría de su carta de vinos está creada bajo dos criterios: el primero, que sea lo más de cercanía posible. El segundo, que tenga la menor intervención humana; es decir, en su estado natural.

Se termina la experiencia con un buen coctel o digestivo y el lugar invita a quedarse más tiempo, incluso, a la siguiente comida.

salazar restaurante
Foto: Bárbara Manzur

Dirección: Av. Paseo de la Reforma 333 Piso 8, Cuauhtémoc

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