Mochomos celebra su octavo aniversario en CDMX
Mochomos, el restaurante de cocina sonorense de Grupo Costeño, celebró su octavo aniversario con una serie de cenas con invitados especiales.
Ya sea como moneda de cambio, conservador de alimentos o ingrediente esencial en la cocina, la sal ha formado parte de la historia de la humanidad desde su origen mismo.
Es uno de los cinco sabores identificados por el paladar y lo mismo puede enriquecer y potenciar la sazón de un platillo que estropearlo por completo si no se utiliza correctamente.
Para evitar que esto te pase, conoce algunas clases de sal existentes en el mercado y cómo emplearlas en cada caso.
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La clásica sal refinada -por lo general adicionada con yodo y/o flúor- que todos tenemos en casa para sazonar alimentos crudos o cocinados.
A diferencia de la anterior no ha pasado por proceso de refinación, posee una textura más gruesa y mayor aporte de minerales lo cual dependerá de su lugar de procedencia. Es recomendable para guisos, sopas, salsas, carnes y pescados.
Indicada sobre todo para quienes padecen hipertensión, es conocida también como sal baja en sodio (pues el contenido de este ha sido reducido a más del 60%) y se utiliza de la misma manera que la sal de mesa.
De producción limitada y sin procesamiento industrial, este cotizado producto gourmet se recolecta manualmente de la capa superior de las salinas. Baja en sodio, es apta para repostería y añadir un toque final de textura y sabor a ensaladas, verduras, pescados y carnes.
Hay quienes la consideran como la sal más pura y aunque este es el nombre genérico que se le ha dado, no todas las sales se extraen de minas en el Himalaya, algunas son originarias de Paquistán o incluso de los Andes, de ahí que puedan existir variaciones en su color (desde rojo claro hasta blanco traslúcido). De sabor más amargo y fuerte, es ideal para carnes o pescados a las brasas y ensaladas.
La mezcla con arcilla volcánica o carbón vegetal activo aportan el color distintivo de la sal roja y negra proveniente de Hawái. Más que por su sabor (intenso y menos salado), es apreciada como elemento decorativo final de un platillo.
Sal marina sometida a un proceso de ahumado lo cual le da un peculiar color oscuro y sabor intenso. Recomendada para marinar pescados o carnes blancas y rojas.
Ajo, apio, cebolla, trufa, limón o hierbas son algunas de las variantes que se añaden a la sal para aderezarla. Se utiliza para aportar un toque extra de sabor.
Sal marina rústica procesada artesanalmente que se distingue por su textura en forma de suaves y finos cristales, sabor fresco, limpio y menos amargo que el resto de las sales. Especialmente valorada en la alta gastronomía, se emplea para sazonar entradas y carnes (después de la cocción) o agregar un acento sutil de sabor antes de servir.
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