Mochomos celebra su octavo aniversario en CDMX
Mochomos, el restaurante de cocina sonorense de Grupo Costeño, celebró su octavo aniversario con una serie de cenas con invitados especiales.
La elaboración de quesos mexicanos es una deliciosa tradición que se remonta al periodo colonial. Desde entonces, este producto lácteo está presente tanto en los típicos antojitos como en platillos de la alta cocina. Entre las más de cincuenta variedades que existen hoy día, estos son algunos representativos de nuestra gastronomía.
Aunque no hay datos que documenten su origen y varios estados del Occidente del país se disputan su creación, es muy tradicional de Jalisco donde desde hace más de un siglo se fabrica artesanalmente en la Sierra de Amula. Es un queso fresco y suave de leche cruda de vaca con forma rectangular que recuerda a los antiguos ladrillos de adobe y de donde obtiene su nombre. Es ideal para fundirse y acompañar con cerveza o tequila.
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Nativo del municipio chiapaneco de Ocosingo se considera único en el mundo por su proceso de fabricación, pues está conformado por una corteza de queso de leche de vaca descremada, cuyo interior alberga una pasta de queso madurada como mínimo 20 días. Elaborado de manera artesanal tiene textura cremosa (misma que se torna granulosa entre más se añeja) y un sabor fuerte, levemente ácido. Disfrútalo como botana con vinos blancos semi-secos o generosos tipo Oporto o Jerez.
Su historia está íntimamente ligada con la llegada de los menonitas a México durante la década de 1920, pues fueron ellos quienes iniciaron su producción a semejanza de los quesos europeos. Conocido localmente como queso menonita, menona o chéster, sigue fabricándose artesanalmente con leche entera y pasteurizada de vaca. Es de pasta firme y suave, color amarillo pálido, con textura cremosa y delicado sabor lácteo que combina bien con sotol, tequila o vinos blancos frescos.
Quizá el queso más antiguo de México, producido desde el siglo XVI en el Valle de Cotija en Michoacán. Elaborado en época de lluvias con leche bronca de vaca, tiene pasta dura con forma cilíndrica y es añejado al menos durante tres meses. Dependiendo de su maduración, la textura varía de granulosa a compacta con un sabor fuerte y salado. Resulta un queso muy versátil que puede acompañar tanto platillos salados como dulces con vinos tintos crianza.
Llamado también queso de hebra o queso Oaxaca, originalmente nació en la población de Los Reyes, en el municipio de Etla. Se caracteriza por elaborarse con leche bronca o pasteurizada de vaca que al cuajar se estira para formar tiras de pasta hilada, de consistencia y sabor suave, que van trenzándose hasta formar bolas. Solo o derretido puedes maridarlo con cerveza, mezcal o vinos blancos dulces afrutados.
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