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1985 Antifinedining: comer bien es menos protocolario de lo que creías

Foto: Camila Beteta

Lo primero que uno piensa al escuchar 1985 Antifinedining es que será un lugar poco elegante o que no será suficiente. Cualquiera podría imaginarse que sirve comida callejera o esos platos que, aunque valiosos para la gente de a pie, no lo son en una mesa memorable.

Basta con ver las escaleras vestidas con cortinas de terciopelo para tener una primera sorpresa y descubrir un espacio que demuestra que todos hicieron su chamba pues hay cuidado en cada detalle. En la pared principal, una mosca evoca la verdadera esencia de ese antihéroe que apenas comenzamos a entender: lo que menos espera alguien al comer en un lugar como estos es una mosca, dice el chef Alfredo González.

Aquí se viene a desaprender, relajarse, tomarse un trago y adaptar la alta gastronomía a una vida más cotidiana. Pero ojo, que aquí hay una ironía de la vida: el discurso anti fine dining nada tiene que ver con demeritar la calidad ni enaltecer la comida mediocre.

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1985 Antifinedining: desaprender para disfrutar

Un plato roto con un amuse bouche de sales de gusano es el primer contacto con la comida del lugar. Hay que lamer el plato. Nada de cubiertos ni pan. ¿Cuándo iba a pensar tu abuelita o tus papás, a los que tanto trabajo les costó enseñarte modales, que terminarías en un lugar así? 

Y aquí arranca la experiencia que, hay que decirlo, no sería nada sin el servicio que acompaña y domina el storytelling del chef ya sea en la sala principal o en alguno de los privados, escaleras arriba.

Las entradas suelen ser lo más fresco de la carta; siempre con ingredientes de primera y con el toque justo de acidez y sazón. Probamos un ceviche estilo Vuelve a la Vida y un kampachi en aguachile de tinta de calamar ricos y vistosos, pero lo que hace regresar es el ex suegra, un chileatole preparado con escamoles, maíz y puré de habas.

1985 antifinedining
Foto: Camila Beteta

El matiz de sabores y texturas en un mismo plato forma parte de la experiencia. Buen ejemplo es el risotto –que aquí le llaman risueño– y que preparan con  jitomates, queso de cuadro, alioli de calamares, mejillones y una yema de huevo curada que al tronarse hace un espectáculo a la vista y el paladar.

Hay varias opciones para el plato fuerte pero si eres de carne roja, definitivamente debes apostarle a la lengua en recado negro o al short rib braseado. Ambos en cocciones largas y cuidadosas que producen sabores intensos al tiempo que se deshacen en la boca. 

Los valores agregados

Para los postres, definitivamente un digestivo –pues también es importante prestar reflector a la mixología y carta de vinos– y a seguir. Nos hizo ojitos el sandwichón, que consiste en un crujiente de cheesecake de haba tonka con nueces de la india y tejocotes aunque si eres de chocolate, el happy ending de verdad hará honor a su nombre.

antifinedining
Foto: Camila Beteta

¿Tienes ganas de un drink? Pregunta por el speakeasy de 1985 Antifinedining que, en línea con lo cool del lugar, ofrece un espacio más íntimo para terminar tu visita.

El lugar es una crítica pura y dura contra el sistema de listas, manteles largos, formalismos y toda la construcción cultural que existe alrededor de una buena mesa. No es un puesto de la calle, claro está: el cheque promedio no tiene nada de antifine dining pero la experiencia rompe la cuarta pared entre los comensales y sus creencias protocolarias.

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