Los hoteles más bonitos del Valle de Guadalupe
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Con un acervo cultural muy abundante y tierra fértil en los alrededores, la cocina de Michoacán se distingue por ser una de las más ricas del país, presentada con diversas manifestaciones en la comida callejera.
¿Sabías que este estado fue el que consiguió que su cocina fuera nombrada Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO? ¡Sí! A pesar de que todo México gozamos de esto, el expediente presentado ante las Naciones Unidas fue el del Paradigma de Michoacán: sus ingredientes, técnicas ancestrales y cocina tradicional.
Maíz, hortalizas, carne de cerdo, frutas… Todo eso llena de colores el paisaje gastronómico de esta ciudad.
Son endémicas de Santa Clara del Cobre y consisten en una telera o bolillo que se unta con frijoles refritos, queso de puerco, jamón; mayonesa, jitomate, cebolla, chile, col y una tostada de carne apache.
Esta última es un platillo de la zona de Tierra Caliente que consiste en carne de res y cerdo cocida en limón, con jitomate y cebolla. Algo así como una tártara.
El calor del medio día en Morelia tiene un antídoto y sí, se escribe con S y no con Z. Esto para diferenciarlo de su homónimo español pues no tiene nada que ver una cosa con otra.
El gaspacho moreliano más bien es un coctel de frutas que se sirve en un vaso hondo. Para acompañar, un poco de queso rallado, chilito piquín y jugo de limón.
En las mañanas o ya al atardecer, las vaporeras y el aroma del carbón que las mantiene calientitas impregna el ambiente en las calles de Michoacán.
Las corundas tienen una magia particular: se envuelven distinto que el resto de los tamales, con hoja de milpa formando pequeños triángulos. Dentro pueden llevar toda clase de sabores, aunque vale la pena buscar los verdes con carne de cerdo.
Los imperdibles de la cocina callejera de Michoacán; siempre imitadas pero jamás igualadas.
El cerdo se confita lentamente en su grasa sin agregarle nada más que sal y un poco de jugo de naranja. Nada de leche evaporada, tampoco refresco de cola. El puro sabor de la carne debe ser suficiente para crear un manjar que entre tortilla con copia y un chilito en escabeche provoque fuegos artificiales desde la primera mordida.
También conocidas como enchiladas morelianas, este plato es uno de los obligatorios en las fondas y comedores de la ciudad. Se trata de un trío de tortillas pasadas por una salsa de chile guajillo y después rebosadas ligeramente en aceite.
El relleno suele ser queso añejo de la sierra de Cotija; vienen coronadas con papas y zanahorias en vinagre y una pieza de pollo que se cocinó en la misma salsa que las tortillas.
Este es un tamal que se prepara con maíz tierno; es decir, algo más parecido a los esquites que al grano que se nixtamaliza para hacer tortillas. Esto le da un toque dulce que suele acompañarse con diferentes guarniciones.
De acuerdo con la chef Cynthia Martínez, de La Conspiración de 1809, existen cuatro variedades de esta comida callejera en Michoacán: dulces, salados, con crema y con nata.
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