Son nutritivos, de sabor dulce pero con un toque de cremosidad que se alinea perfecto a la sal. Los frutos secos son fáciles de comer y le dan un upgrade a tus recetas.

Este grupo de alimentos son aquellos que crecen en árboles y son su semilla. Por lo general, su morfología tiene una capa dura externa que los cubre de depredadores como ardillas pero que en su interior guarda un tesoro lleno de ácidos grasos buenos y mucho sabor.

Quizás no los consumas tan seguido como te gustaría pues no son particularmente baratos. Esto tiene que ver con su naturaleza: cosecharlos, procesarlos, quitarles cáscara y pericarpio suele ser laborioso, así que se necesitan muchas personas en esta cadena productiva. Sin embargo, ¡vale completamente la pena!

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Frutos secos y cómo incluirlos en tus recetas

Antes que nada, entendamos un poco sobre su composición. Se les llama secos porque en su composición tienen menos del 50% de agua, cosa rarísima en la mayoría de los alimentos. Esto supone que te durarán mucho tiempo si las sabes almacenar pues el crecimiento de microbios y bacterias será mucho menor, ya que no tienen el medio suficiente para vivir.

Hay características organolépticas comunes a todos los frutos secos como la dulzura, el toque cremoso y un dejo de sal que combina muy bien con más sal añadida. Los sabores específicos, como la delicadeza de los pistaches o la presencia innegable de las avellanas, les dan su toque único.

Son muy ricos en ácidos grasos buenos como el Omega-3 así que no, no vas a engordar si los consumes con moderación y más bien le vas a echar una manita a tu cuerpo.

Muchas veces, tu receta demandará que estén completamente pelados y para que eso suceda debes quitarles la cáscara y también el pericarpio. La manera más eficiente de hacerlo es sumergirlos en agua caliente, dejar que se enfríen y luego frotarlos con un trapo contra una mesa. Quizás necesites maniobra extra, pero ya tienes parte del camino andado.

Otro secreto: para mejorar su sabor, tuéstalos antes de usarlos. Así liberarán sus aceites y aromas.

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Algunos ejemplos y sus usos

Nuez de la india

Ni es una nuez, ni es de la India, pero nos encanta. También conocidos como anacardos, estos frutos secos de forma curva tienen un sabor muy peculiar y dulce que funciona perfecto como guarnición de ensaladas, bases para tartas dulces y botanas.

En años recientes, se ha aprovechado para hacer quesos basados en plantas, en el que la pasta molida de estos frutos se fermenta –igual que la leche– y adquiere un sabor muy peculiar y rico.

Nueces pecanas

Esta es la típica nuez alargada y cafecita que engalana pays, postres y también preparaciones saladas como el relleno para pavo o el picadillo.

Tiene un sabor ligeramente dulce y su cáscara le da astringencia.

Pistaches

Aunque son perfectos para botanear, también lo son para postres y preparaciones dulces; no por nada son los favoritos de la repostería francesa. Para usarlos debes pelarlos meticulosamente y tostar.

Un dato: estos son los frutos secos que más beneficios aportan a tu organismo así que agrégalos a tus recetas.

En Italia es muy común el spread de pistache que perfectamente puedes hacer en casa con manteca de cacao, aceite vegetal y azúcar.

¡Más frutos secos!

Almendras

Estas son las más conocidas y utilizadas. Nos gustan para combinar chocolate pero también para dar un toque crocante al bacalao o el relleno del pavo. Son ricas en Omega-3.

Castañas

Grandes, contenidas dentro de las bellotas. En Europa es común encontrarlas en puestos callejeros durante la temporada de frío y su aroma inunda las calles.

Nueces de castilla

La clásica utilizada para chiles en nogada. Se cultiva en la sierra de Puebla y se diferencia de la otra nuez por tener una forma más redonda. Es de sabor muy delicado.

Avellanas

Si eres aficionado de la nutella, sabes que las avellanas son de los mejores frutos secos que existen. No solo quedan con chocolate sino que le dan un giro crujiente a preparaciones con mantequilla y azúcar. Prueba haciendo bases para pay con ellas.

Piñones

Blancos o rosas, estos son los frutos que crecen en las piñas de las coníferas. Su sabor es muy delicado pero presente. Aprovéchalas tostadas sobre una crema o para armonizar el relleno del pavo y los chiles en nogada.