Rollitos primavera que crujen como una melodía; pato a la naranja que encanta por sus sabores agridulces, arroces cuidadosamente preparados y sazonados con ajonjolí, rabo de cebolla y cerdo. Todos estos platillos de comida china resultan ser el estandarte de Mexicali… Y eso, ¡¿por qué o qué?!

La ciudad donde el calor inunda en verano pero el frío cala los huesos en invierno, esa en la que la frontera se dibuja con una reja pegada a una de las arterias de la ciudad es hogar para una colonia de aproximadamente cinco mil personas con ascendencia china cuyos ancestros llegaron a América en el siglo XIX.

La historia no ha sido particularmente alentadora para esta comunidad: fueron traídos como esclavos para la construcción de las vías del ferrocarril trasnacional y acribillados en 1911 y 1930 durante genocidios. Pero algo quedó impregnado en la memoria colectiva: las recetas.

TE INTERESA: CINCO ETIQUETAS BAJACALIFORNIANAS PARA DESCUBRIR LA CERVEZA ARTESANAL

Mexicali: una sorpresa gastronómica que involucra comida china

Conocida como la cuna de la cerveza artesanal del país y también como la entrada a una La Rumorosa, Mexicali no ha sido un destino turístico ni gastronómico muy explorado por los viajeros. No obstante, tiene varios secretos muy bien guardados que bien justifican  exploración.

Uno de ellos es la curiosa combinación mexicoasiática que existe en sus mesas y la sorprendente cantidad de establecimientos que ofrecen este tipo de comida. Imagínate que, de acuerdo con autoridades de Mexicali, hay más de 700 lugares de comida china teniendo apenas un millón de habitantes.

Imperial Garden es el nombre de uno de los más grandes en la capital bajacaliforniana y es operado por chinos mexicanos. Aquí no solo se encuentra el clásico lo mein o baos en diferentes formas: se nota un mestizaje cultural verdadero que aprovecha los ingredientes de la región y las técnicas ancestrales de los que alguna vez fueron extranjeros y ya no lo son.

El mejor ejemplo es una arrachera que preparan rebozada y aliñada con mayonesa de sriracha. Este plato es una visión 360º de lo que sucede aquí: migración americana, raíces mexicanas, adopción de lo chino. También da pistas el arroz frito: además de traer lo tradicional (camarones, cerdo, vegetales) también lo presentan con un poco de longaniza cachanilla que, por cierto, da un sabor excelente al plato.

Más allá de las mesas: la Chinesca

Hasta hace una década, el barrio chino de Mexicali era prácticamente un pueblo fantasma pero no siempre fue así. Durante los años 20 –la época de la prohibición de alcohol en Estados Unidos– era una de las zonas más visitadas de la ciudad pues escondía un secreto en lo subterráneo: túneles donde se traficaba y fumaba opio, se apostaba de forma clandestina y, por supuesto, corría el trago a mares.

Quienes habitaban La Chinesca tenían sus propias instituciones y leyes. La justificación ante estos pisos alejados del mundo era que los orientales querían refugiarse de las altas temperaturas durante la temporada de calor. Estuvieron en funcionamiento hasta los años 70 hasta que una inundación terminó con ellos y el barrio entero quedó en el abandono.

Pasear por este barrio supone un juego con los sentidos. Los letreros neón de los bares y el aroma a fritura de sus restaurantes advierten que aquí se cocina algo más que arroz frito. Entre vitrinas con gatos que mueven sus manitas de arriba a abajo, telas rojas, dragones y fayuca barata vive esta historia. La intención es reconstruirla y convertirla en un motivo de visita.

Existen recorridos por los túneles, los cuales están decorados con altares a los guardianes asiáticos –el dragón, el caballo y, sin falta, Bruce Lee–. También camina pasillos con fotografías originales de la comunidad asiática, de las visitas de famosos como Charles Chaplin o la  partitura original de Mexicali Rose, canción insignia de la ciudad.

En tu paseo puedes encontrar puestos de mujeres que llenan de vapor la calle al abrir sus contenedores de bambú para venderte un bao. También encuentras dulces típicos chinos, tiendas que venden todo y a la vez nada, verdulerías, tugurios, merenderos, discotecas y muchas ganas de revivir la identidad mestiza de la ciudad.