El Tesoro: tradición y excelencia en el tequila artesanal más galardonado
Más que un tequila, El Tesoro es un verdadero homenaje a la autenticidad y a las profundas tradiciones. Este tequila, [...]
¿Quién iba a pensar que lo que en la antigüedad era considerado un defecto llegaría a convertirse con el tiempo en un bello accidente histórico? Esta es la historia de los vinos espumosos y específicamente los llamados Pét-Nat que, aunque en México permanecen en las sombras, valen la pena ver la luz.
POR: ANDRÉS AMOR, SOMMELIER Y CONSULTOR DE VINOS
El Pét-Nat es la abreviación de Petillant Neturel, que consiste en embotellar un vino en plena fermentación para atrapar uno de sus derivados: el gas carbónico. De esta forma se obtienen burbujas muy similares a las que tiene el Champagne, el Cava o el Prosecco. El reto de estos vinos es determinar el momento exacto para embotellarlo y mantenerlo en óptimas condiciones.
Constantemente, las botellas se cierran con corcholatas y no corchos, de tal suerte que así tienen una primera distinción. Su tiempo de vida por lo general es corto, de 1 a 3 años y la presión es menor que la de un Champagne.
En términos organolépticos son vinos frescos con notas aromáticas muy diferentes a otros espumosos. Recuerdan a frutos que van desde muy verdes hasta maduros, así que igual encuentras manzana que moras. Como podrás imaginarte, tienen una presión alta, cosa que se traduce a una burbuja muy presente. Es común encontrar algún sedimentos debido a que rara vez son filtrados pero no te preocupes, no son dañinos.
El hoy conocido «método tradicional» para la elaboración de espumosos derivó de la constante práctica para conocer y dominar cómo era posible generar burbujas mediante cálculos precisos y un acertado control de la presión contenida dentro de una botella.
En el transcurrir de ese proceso, los Pét-Nat o vinos naturales espumosos fueron nada más y nada menos que la antesala. Desde 1531, al sur de Francia, en Blanquette de Limoux y Galliac –lugar en donde tuvieron origen los primeros espumosos, varias décadas previas al Champagne– se empleaba ya una técnica ancestral para elaborar vinos con burbujas, a veces, aún de modo espontáneo. Rara vez se agregan sulfitos, los aditivos que alargan la vida de anaquel.
Posteriormente, en 1676 los ingleses buscaron estandarizar este proceso y les siguieron los franceses en Champaña. Hoy han perfeccionado la técnica de tal suerte que es una tendencia de consumo que promete a futuro.
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