Restaurantes, cafés y cantinas con más de 100 años cada vez quedan menos en la Ciudad de México. Uno de ellos y que aún desborda tradición en todas sus paredes es el tradicional Café de Tacuba (Tacuba 28), en el Centro Histórico.

Por: Myrna I. Martínez 

En las mañanas, el olor a café mexicano (principalmente de Veracruz, Chiapas y Oaxaca) impregna los distintos salones y recovecos del lugar, adornados por pinturas novohispanas, espejos con marcos barrocos, murales de Carlos González que narran la historia del mole y de otros platillos mexicanos, toques de talavera y hasta coloridos vitrales.

Algunas de las paredes del Café de Tacuba están de pie desde el siglo XVII; han atestiguado, literalmente, de todo: desde bodas, romances, el asesinato del gobernador electo de Veracruz, Manlio Fabio Altamirano Flores, en 1936, y… fantasmas. Incluso, hay quienes aseguran haber visto a una monja Clarisa (enfrente se encuentra el ex convento de Santa Clara) rondar entre las mesas. Cuenta la leyenda que la parte trasera de esta casona era un traspatio que en algún momento formó parte del Hospital del Divino Salvador para mujeres con algún padecimiento psiquiátrico, el cual estaba ubicado en la calle de Canoa (actualmente Donceles). Cuando el hospital se tornó mixto, un paciente le quitó la vida a una monja. Así que si llegas a ver una sombra pasar, no te asustes, está cuidando el lugar.

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Pero la historia de este espacio tal y como lo conocemos se remonta a alrededor de 1908, cuando era una pequeña lechería tradicional de la época. Solo servían leche, frutas en almíbar (duraznos, camotes, tejocotes, etc), algunos atoles afrutados y pan. A este lugar llegó a trabajar en 1912 el tabasqueño Dionisio Mollinedo o “Papá Nicho”, quien después adquirió el inmueble y así nació el Café de Tacuba.

En los siguientes años, se empezó a ampliar, los techos se abovedaron estilo convento y diversos elementos mexicanos comenzaron a adornar las paredes. Para la década de los años 30, ya era parte fundamental del Centro Histórico, zona que estaba en plena ebullición al ser el epicentro de la vida artística, intelectual y estudiantil de México. Ahí se encontraban las escuelas y facultades de la UNAM, la Academia de San Carlos y la Escuela Nacional Preparatoria (actual Colegio de San Idelfonso), cuna del muralismo mexicano. Don Dionisio se levantaba temprano todos los días y gustoso iba de mesa en mesa a saludar y atender a los comensales, entre los que estaban José Vasconcelos, Agustín Lara, Diego Rivera y otros artistas de la época.

Entre las historias clásicas del Café de Tacuba está la que cuenta que Agustín Lara aquí compuso algunas de sus canciones más emblemáticas, una de ellas, “Señora Tentación”, la cual dedicó a Doña Josefina García, esposa de Don Dionisio; o la que asegura que entre sus muros fue el banquete de bodas de Diego Rivera y la escritora Guadalupe Marín en 1922. Sin embargo, se desconoce cuándo se realizó dicho banquete, puesto que la pareja contrajo nupcias en el templo de San Miguel en Guadalajara,  Jalisco. ¿Habrán viajado el día de su boda a la Ciudad de México?

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El Café de Tacuba, además de mantener el esplendor y sabor de las recetas tradicionales, cuentan con un menú de más de 200 platillos, por lo que es muy fácil perderse en la glotonería con su gran variedad de enchiladas (las hay de todos los colores, sabores y salsas) y tamales, chalupas y mole poblano, pozole, panuchos y muchos otros.

Los años seguirán pasando, pero este clásico que celebra 110 años de historia, no ha perdido la esencia de antaño y aún se sirve el emblemático pan de dulce con un espumoso chocolate caliente, que sigue alegrando a los transeúntes y visitantes del Centro Histórico.

• Dirección: Tacuba 28, Centro
• Contacto: 55 5521 2048

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