Rías Baixas: cinco vinos que debes probar
Los vinos de las Rías Baixas generalmente son blancos, de uvas endémicas y perfectos para maridar con pescados y mariscos. Conoce algunos.
No todo el vino tinto es solo color ‘morado’ y el blanco ‘dorado’. Hay varias tonalidades que hablan sobre su guarda, sabores y aromas.
Reconocer las diferencias entre ellos es un primer paso en la cata y ayuda a imaginar el perfil organoléptico que tienen, así como los alimentos con los que mejor puede maridar.
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Hablemos de los tres principales grupos de vino: tinto, blanco y rosado. El primero suele tener un color de violáceo a rojo; el segundo, de amarillo verdoso hasta dorado intenso. El tercero, por su parte, va desde el color salmón hasta el rosa intenso.
¿Por qué importa distinguirlos?
hablará de su crianza. Es más probable que un vino con tonos violetas sea joven, ya que los taninos de la piel de la uva no se oxidaron con la madera de la barrica y se mantienen con su tonalidad original. A medida que cambia de color a rojo o ladrillo, se puede identificar que lleva más tiempo de guarda, tanto en barrica como en botella.
Entonces, un vino tinto violáceo será mucho más frutal y primario que uno granate. Los aromas que se encuentran en el primero evocan más al caramelo, a la fruta fresca o a vegetales. En el segundo reconocerás cuero, humo, madera y tabaco.
También se puede identificar, por sus tonalidades, el grado de acidez o dulzura. Generalmente, los vinos pálidos suelen ser más ácidos y los dorados intensos con un poco más de azúcar residual y, por lo tanto, dulces. Cuando abras una botella y tenga un color dorado intenso entonces seguramente es un vino fortificado o con mucha barrica, que suele ser dulce y más fuerte.
Recuerda que, siguiendo las normas de maridaje por complementación, el vino blanco seco –o sea, el más ácidoz- se llevará excelente con ceviches, pescados o arroces. El dulce, por su parte, será mucho mejor para preparaciones cremosas, pastas y postres.
Hablemos de los rosados. Hay dos formas de obtenerlos: por prensado y por sangrado. En el primero, las uvas se prensan hasta obtener el mosto que toma ligeramente el color de los hollejos. Cuando este objetivo se cumple, se retiran y el mosto resultante es fermentado y embotellado sin pasar por barricas. Ello da lugar a vinos de tonalidades rosas muy claras de poca intensidad.
Cuando se realiza bajo el método de sangrado, las uvas también se prensan pero junto con el mosto y los hollejos y se dejan macerar desde seis horas hasta tres días, dependiendo de la intensidad de color que se desee obtener.
Te compartimos un pequeño acordeón para que reconozcas el color del vino que estás a punto de beber. Lo más recomendable es que aproveches luz y pongas tu copa en un contraste blanco para distinguirlo con claridad.
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