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Ya sea como moneda de cambio, conservador de alimentos o ingrediente esencial en la cocina, la sal ha formado parte de la historia de la humanidad desde su origen mismo.
Es uno de los cinco sabores identificados por el paladar y lo mismo puede enriquecer y potenciar la sazón de un platillo que estropearlo por completo si no se utiliza correctamente.
Para evitar que esto te pase, conoce algunas clases de sal existentes en el mercado y cómo emplearlas en cada caso.
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La clásica sal refinada -por lo general adicionada con yodo y/o flúor- que todos tenemos en casa para sazonar alimentos crudos o cocinados.
A diferencia de la anterior no ha pasado por proceso de refinación, posee una textura más gruesa y mayor aporte de minerales lo cual dependerá de su lugar de procedencia. Es recomendable para guisos, sopas, salsas, carnes y pescados.
Indicada sobre todo para quienes padecen hipertensión, es conocida también como sal baja en sodio (pues el contenido de este ha sido reducido a más del 60%) y se utiliza de la misma manera que la sal de mesa.
De producción limitada y sin procesamiento industrial, este cotizado producto gourmet se recolecta manualmente de la capa superior de las salinas. Baja en sodio, es apta para repostería y añadir un toque final de textura y sabor a ensaladas, verduras, pescados y carnes.
Hay quienes la consideran como la sal más pura y aunque este es el nombre genérico que se le ha dado, no todas las sales se extraen de minas en el Himalaya, algunas son originarias de Paquistán o incluso de los Andes, de ahí que puedan existir variaciones en su color (desde rojo claro hasta blanco traslúcido). De sabor más amargo y fuerte, es ideal para carnes o pescados a las brasas y ensaladas.
La mezcla con arcilla volcánica o carbón vegetal activo aportan el color distintivo de la sal roja y negra proveniente de Hawái. Más que por su sabor (intenso y menos salado), es apreciada como elemento decorativo final de un platillo.
Sal marina sometida a un proceso de ahumado lo cual le da un peculiar color oscuro y sabor intenso. Recomendada para marinar pescados o carnes blancas y rojas.
Ajo, apio, cebolla, trufa, limón o hierbas son algunas de las variantes que se añaden a la sal para aderezarla. Se utiliza para aportar un toque extra de sabor.
Sal marina rústica procesada artesanalmente que se distingue por su textura en forma de suaves y finos cristales, sabor fresco, limpio y menos amargo que el resto de las sales. Especialmente valorada en la alta gastronomía, se emplea para sazonar entradas y carnes (después de la cocción) o agregar un acento sutil de sabor antes de servir.
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