El aguacate. La fruta que lleva años causando sensación en el mundo de los restaurantes, nutriólogos, Instagram, Facebook y Youtube. Con su suave y deliciosa textura nos ha mantenido felices en una variedad muy amplia de categorías, desde botanas y desayunos hasta maquillaje y mascarillas. Muchas personas están bajo la impresión que el aguacate es una tendencia nueva y que gracias al internet se volvió viral aproximadamente en el 2017. La realidad es que lleva siendo un must desde hace varias décadas y ha tenido una trayectoria llena de enredos internacionales, políticos, inseguridad, y de exceso de demanda. Para entender esta larga historia regresaremos al pasado y así entenderemos mejor el presente.

El aguacate ha sido parte de los platillos mexicanos desde hace siglos gracias a que varios estados de la república tienen el clima y suelo perfecto para su desarrollo y su sabor combina muy bien con nuestros productos locales. Siempre lo hemos exportado a otros países con la excepción de Estados Unidos. Ellos descubren el aguacate y sus propiedades aproximadamente a mediados del siglo XX cuando Santa Anna le vende una gran parte del territorio a los americanos. Inmediatamente reconocieron su potencial y comienzan a hacer investigaciones sobre sus propiedades, las cuales les acaban rindiendo frutos cuando se pone de moda estar delgado dado a que el aguacate tenía la mala fama de ser engordativo por tener grasa. Gracias a esa investigación, se sabe que es en realidad una grasa “buena”, nutritiva para el cuerpo y recuperó su reputación saludable.

Los americanos tenían (y tienen) un gran problema, su producción de aguacate está reducida al estado de California y solamente se produce una vez al año mientras que en México lo tenemos en cualquier temporada. Por ésta razón, el gobierno americano no había permitido la importación del aguacate mexicano a Estados Unidos hasta que los líderes de México, Canadá y Estados Unidos firmaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) en 1990. Aquí fue donde realmente comenzó el boom internacional del aguacate. Los mexicanos ya se lo podían exportar a nuestros grandes vecinos del norte y los americanos tenían acceso a este producto durante todo el año. La industria del aguacate ya era millonaria y con esto  se volvió aún más grande y rica después de la apertura de las fronteras.

Por una parte esto fue un excelente suceso para nuestra economía ya que creció drásticamente. Lamentablemente, trajo muchos otros problemas imprevistos que tenemos al día de hoy. Entre ellos el aumento de inseguridad en Michoacán y la guerra contra el narcotráfico. Nuestro vecino sureño, Chile, privatizó el agua hace un par de años y esto afectó drásticamente a su población. Son pocos los que tienen acceso continuo a agua potable, esto hizo que muchos dependieran de los ríos y lagos naturales, los cuales ya están secos. El problema que tienen es que el aguacate -el cual no es nativo de Chile- requiere de grandes cantidades de agua y el día de hoy cuentan con un gran problema de escasez dado a que la industria aguacatera controla una parte muy grande de la poca agua que existe.

Otra repercusión que ha tenido la industria es el efecto del calentamiento global. En California, han sufrido ya varios años de sequías, al grado que se han visto forzados a dejar morir hectáreas de árboles de aguacates para poder, por lo menos, salvar a otras áreas. De igual forma, gracias a la gran demanda de agua tampoco pueden comprar más para replantar aquellos que se secaron.

Es verdad que el aguacate forma una parte importante de nuestra vida diaria y no está mal que lo disfrutemos. Lo que es cierto es que nunca está de más saber de donde provienen los productos que ponemos sobre la mesa, cada compra es un apoyo a la industria de donde proviene. En el caso del aguacate es fomentar una industria que, por demanda, está teniendo varias dificultades y ha creado ambientes no favorables social y políticamente de Norte América hasta Chile. Aprovechemos nuestros aguacates durante todo el año, de manera consciente.