La vuelta al mundo en los 10 postres más famosos
Postres como el tiramisú, los pasteis de nata, la créme brûlée o los brownies han dado la vuelta al mundo volviéndolos famosos y deseados.
Quizá la gastronomía sea el mejor reflejo de la historia, cultura, tradiciones y costumbres de cualquier pueblo o país. La árabe desde luego no es la excepción pues, además del aporte propio de distintas regiones del Medio Oriente, fusiona otras influencias asiáticas y mediterráneas.
Sin embargo, si hay un rasgo que la distingue de las demás es el peculiar sentido hospitalario, familiar y cálido de una cocina hecha con el corazón, abundante y, sobre todo, pensada para compartir.
Gran parte del carácter exótico e intenso de los aromas y sabores de la cocina árabe radica en el uso de especias, hierbas y condimentos, como orégano, tomillo, azafrán, menta, cúrcuma, perejil, canela, curry o zataar (mezcla de tomillo, semillas de sésamo, zumaque y sal, utilizada para carnes y pan pita horneado con aceite de oliva).
Las leguminosas y verduras tienen un papel protagónico en la mesa árabe, entre las más comunes se encuentran pepino, berenjena, cebolla, jitomate, ajo, lentejas y garbanzos. Esenciales son también los granos y las semillas pues sirven como base para muchos platos, se emplean sobre todo la sémola de trigo (el cuscús es su mayor representante), el arroz y ajonjolí.
A diferencia de otras cocinas, la carne, los pescados y lácteos son más bien secundarios, pues aparecen a modo de complemento u acompañamiento de los platos principales. Entre las más utilizadas figuran la carne de cordero y pollo.
En la repostería predominan dátiles, almendras, nueces, pistaches, piñones, higos, cítricos, melocotones y uvas que usualmente son transformados en delicados dulces aderezados con miel, agua de azahar y de rosas.
Para que disfrutes mejor tu experiencia con la gastronomía árabe, no pierdas de vista algunas referencias clave: