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El valioso olfato de los perros truferos

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Oro blanco del Piamonte o Diamante de Alba son algunos de los nombres que por su alto valor, económico y culinario, recibe la codiciada trufa blanca que solo crece silvestre en ciertas regiones de Italia y Croacia. Conseguirla no es nada fácil, crece a más de 20 centímetros de profundidad de la tierra pegada a las raíces de algunos árboles, por lo tanto resulta imposible encontrarla a simple vista. La única manera de localizarla es con el olfato, pero el del ser humano es incapaz de detectarla, solo algunos animales, como los perros, pueden olerla.

Durante muchos años, los zorros, los cerdos y sus parientes salvajes, los jabalíes, se utilizaron en la búsqueda de la trufa blanca; no obstante, los primeros eran difíciles de domesticar, mientras que los segundos y los terceros solían comerse el preciado hongo en cuanto lo encontraban.

Al parecer fue a mediados del siglo XIX cuando se empezaron a entrenar los primeros perros truferos. De hecho en Alba, en la localidad de Roddi, existe desde 1880 la Università dei Cani da Tartufo. Esta institución, reconocida oficialmente en 1935 durante la V Feria de la Trufa de Alba, hoy continúa bajo el mando de la cuarta generación de la familia Monchiero.

Cómo se entrena a un perro trufero

Hay quienes afirman que todo perro, sin importar la raza, es candidato para convertirse en buscador de trufas. Para los más puristas, el idóneo es el Lagotto Romagnolo, raza autóctona italiana, quizá ancestro del perro de agua español, cuyo origen probablemente podría ser etrusco.

En cualquier caso, las hembras suelen preferirse sobre los machos pues poseen un olfato más desarrollado y lo conveniente es iniciar su entrenamiento en la etapa de cachorros.

Como consecuencia de la falta de cuidado y control de especímenes aptos para el crluzamiento, en las primeras décadas del siglo pasado surgieron nuevas razas híbridas y la población del Lagotto Romagnolo de raza pura comenzó a extinguirse.

Sin embargo, desde 1970 se reproducen con éxito ejemplares que han logrado mantener la pureza del linaje; aunque al mismo tiempo se han convertido en un bien casi tan valioso como la propia trufa blanca: un cachorro Lagotto Romagnolo con pedigrí certificado puede llegar a costar hasta 5,000 euros. Eso explica -obvio no justifica- el que exista gente dedicada al robo de estos perros y comercie con ellos en el mercado negro.

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