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Prosecco, el rey de los vinos espumosos italianos

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Con una creciente popularidad en todo el mundo, el prosecco es el vino italiano de mayor exportación y serio competidor en ventas de su primo francés el champagne.

Producido al noreste de Italia, en las regiones de Véneto y Fruili, este espumoso ha cobrado fama porque resulta fresco, fácil de beber, más suave que otros de su categoría y con marcadas notas frutales de manzana verde, pera, melocotón y albaricoque.

Además, ha demostrado ser muy versátil para combinarlo en cócteles (muestra de ello es el Bellini creado en el famoso Harry’s Bar de Venecia, o el Aperol Spritz un clásico de verano) y, por si fuera poco, con un precio bastante accesible, lo que no implica necesariamente que sea de inferior calidad.

Pero su historia no es nada reciente. Algunas fuentes hablaban ya de él (aunque sin las burbujas) en tiempo del Imperio Romano, refiriéndolo como el vino de Pizzino obtenido de la uva Glera. De hecho, actualmente es esta cepa blanca (al parecer nativa de Eslovenia) la variedad predominante para elaborar prosecco, combinada con un 15% máximo de Pinot Gris, Pinot Blanco, Chardonnay y otras uvas locales como Perera, Bianchetta y Verdiso.

Su producción

Por lo general, el prosecco suele producirse siguiendo el método Charmat, lo que significa que la segunda fermentación se lleva a cabo en tanques de acero inoxidable. Este procedimiento (menos costoso por cierto que el méthode champenoise, lo cual explicaría una parte del éxito de sus ventas) da lugar a vinos más jóvenes cuyo consumo se recomienda en un tiempo no mayor de tres años a partir de su elaboración.

Sin embargo, aquellos provenientes de la denominación DOCG de Conegliano-Valdobbiadene, producidos con el método tradicional, son considerados lo mejor en cuanto a calidad y tienen un potencial de guarda de hasta siete años.

Tipos de prosecco

De acuerdo a las burbujas, el prosecco puede clasificarse en tres tipos: spumante (es decir, totalmente espumoso), frizzante (ligeramente burbujeante) y tranquilo (sin burbujas).

Otra categorización a tomar en cuenta, que también hace diferente a un prosecco de otro, es el dulzor. Dependiendo de ello, se etiqueta como brut (hasta 15 g de azúcar residual por litro); extra seco (de 15 a 20 g de azúcar residual por litro); seco (de 20 a 35 g de azúcar por litro).

Dadas sus características, este vino espumoso resulta ideal para beberse a manera de aperitivo o en un brunch, o como acompañante de entremeses, ensaladas, mariscos, pescados e incluso postres a base de chocolate.

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