Aunque conocida y utilizada desde la Edad Media, la uva Verdejo ha experimentado en los últimos años una notable expansión como resultado de nuevas preferencias en el consumo de vinos blancos, convirtiéndose en un fenómeno de ventas que continúa a la alza, sobrepasando incluso las fronteras de la Península Ibérica.

Al parecer originaria del norte de África, esta cepa es tradicionalmente reconocida como la variedad característica de Castilla, donde se adaptó muy bien a las contrastantes condiciones climáticas continentales de la zona (días calurosos y muy soleados con noches frías) y a los suelos pedregosos y compactos a altitudes de hasta 800 metros sobre el nivel del mar.

Durante mucho tiempo, en combinación con la Palomino, sirvió como base para la elaboración de los vinos de solera de Jerez. Sin embargo, tras el establecimiento de la Denominación de Origen Rueda, especializada en la producción de vinos blancos, fue cuando empezó a adquirir una identidad propia hasta consolidarse en la uva emblemática de esta región.

¿Rueda y Verdejo son lo mismo?

A pesar de que resulta habitual designar a un Rueda como sinónimo de Verdejo, o viceversa, en realidad no son lo mismo. Para evitar confusiones, la DO Rueda ha establecido cinco clasificaciones para sus vinos blancos:

• Rueda Verdejo: monovarietal o con 85% como mínimo de Verdejo.
• Rueda: 50% como mínimo de Verdejo combinado con otras variedades.
• Rueda Sauvignon: 85% como mínimo de Sauvignon Blanc.
• Rueda Espumoso: 50% mínimo de Verdejo para secos y semi-secos; 85% mínimo de Verdejo para brut y brut nature. En cualquier caso, el periodo de crianza en botella (incluida la segunda fermentación) no es menor a nueve meses.
• Rueda Dorado: vino de licor seco obtenido por crianza oxidativa.

En términos generales, aquellos clasificados como Rueda Verdejo son vinos frescos y secos. De color amarillo pajizo, en nariz exhiben elegantes aromas frutales con matices de hinojo y anisados. Al paladar presentan cuerpo y estructura, confirmando la riqueza frutal de sus aromas, con una notable acidez y agradable final levemente amargo.

Cómo acompañarlos

Por sus características y servidos entre 7 y 10°C, resultan alternativa ideal para beberse solos en una tarde calurosa, como aperitivo o en maridaje con tablas de quesos y carnes frías, mariscos y pescados, aves, arroces melosos y pastas con salsas cremosas.

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