Se ven iguales, pero no lo son. Decidir entre brie o camembert no es tarea sencilla porque, aunque se parecen, tienen diferencias como sus sabores, métodos de elaboración y geografías.

Sí hay cosas en común, como su parte externa. Esa capita blanca con textura aterciopelada es un hongo llamado pennicilium camemberti -completamente seguro de comer- y crece en condiciones específicas de temperatura y humedad. Cuida la pasta del queso y también aporta notas de acidez y dulzura.

Ambos también son de origen francés aunque de regiones aisladas.

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En esta esquina… ¡el brie!

Un queso brie auténtico se produce en Meaux y Melun, dos comunidades a las afueras de París. Ambas tienen denominación de origen, así que sus perfiles de sabor son muy específicos. Se necesita leche de vaca y no debe estar pasteurizada.

Para hacerlo forman ruedas de hasta tres kilos así que una primera forma de distinguirlo del camembert a simple vista es la forma en la que lo venden: si es en triángulo o gran formato, ¡es un brie!

La maduración del queso dura máximo tres meses, así que desarrolla aromas más sutiles y una pasta con menos acidez y más notas dulces.

Gracias a esto, es excelente para maridar con champaña, cervezas lager, vino blanco y tintos jóvenes con notas frutales. Acompáñalo con frutas, miel, panes neutros y embutidos suaves.

En esta otra… ¡el queso camembert!

Esta variedad se elabora en Normandía, al norte de Francia, donde el clima es bastante más frío que en la región de París. Aquí los reyes son los lácteos y se dice que la mejor mantequilla se produce justamente en este lugar.

El camembert se produce en pequeñas porciones, así que este queso sí lo puedes encontrar en ruedas de medio kilo o incluso menos.

Otra de las diferencias con el brie es que el queso camembert puede estar en guarda hasta 12 meses, así que desarrolla aromas mucho más intensos y su perfil de sabor es más ácido. Incluso, existen ruedas cuya pasta es rígida, lo cual es señal de que lleva mucho tiempo reposando y tendrá características muy complejas.

Esta variedad la puedes maridar con bebidas más fuertes: vinos tintos con crianza, cervezas estilo Ale y blancos secos. También va bien con champaña, pan de masa madre y salado y aguanta embutidos más grasosos o productos en salmuera.

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