Dónde desayunar si estás en la colonia Juárez
Esta ubicación nos encanta por céntrica y variada. ¿Estás en la colonia Juárez y buscas lugares para desayunar muy bien? Aquí es dónde.
En medio de la creciente conciencia sobre la importancia de llevar un estilo de vida saludable, los fermentos han ganado popularidad p0r estar llenos de beneficios para la salud. Entre ellos destacan el kéfir y el yogurt, dos derivados de la leche y el agua que se procesan con bacterias buenas en condiciones controladas.
Con historias milenarias y sabores únicos, son opciones muy adecuadas tanto para empezar el día como para comerlos de colación. En ambos casos la ventaja que tienen en términos nutricionales es la presencia de probióticos, seres vivos que ayudan al buen funcionamiento del sistema digestivo.
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Desde las antiguas civilizaciones existen registros de cómo los humanos hemos aprovechado las condiciones climáticas y el ecosistema a nuestro alrededor para comer cada vez mejor. Fermentos como el pan, la cerveza y el vino son de lo más común; sin embargo, como especie dominamos el arte de transformar toda clase de alimentos.
La leche no se escapa de este fenómeno y con ella se producen varios derivados como el queso, el yogurt y el kéfir. El primero se cuece aparte por ser un universo en sí mismo; las otras dos opciones tienen características parecidas pero guardan secretos que los hacen únicos.
El kéfir es una bebida fermentada que se cree que tiene sus raíces en las montañas del Cáucaso, en la región entre Europa del Este y Asia Occidental. Por otro lado, se cree que el yogurt se originó en la región de Mesopotamia.
A primera vista, el kéfir y el yogur pueden parecer similares debido a su consistencia cremosa y sabor ácido; sin embargo, existen diferencias clave en su preparación y contenido probiótico.
El yogurt se obtiene al fermentar la leche con cepas específicas de bacterias, principalmente lactobacillus bulgaricus y streptococcus thermophilus.
Por su parte, el kéfir requiere la acción sinérgica de una comunidad más diversa de bacterias y levaduras, lo que lo convierte en una bebida más rica en probióticos. Es decir, son más los seres vivos que participan en la fermentación.
Mientras que el yogur suele tener una textura más densa y un sabor más suave, el kéfir es más líquido y efervescente. Esto debido a la producción de dióxido de carbono durante el proceso de fermentación.
Algunas personas encuentran el sabor del kéfir más complejo y ligeramente ácido. Estas características lo hacen perfecto para mezclarlo en batidos, smoothies o incluso consumirlo solo.
Una de las maravillas del kéfir es que fácilmente lo puedes preparar en casa. Todo lo que se necesita son los gránulos de kéfir y leche.
Los gránulos se colocan en la leche, y luego se dejan fermentar a temperatura ambiente durante aproximadamente 24 horas.
Una vez fermentado, el kéfir está casi listo. Lo único que queda es colarlo, enjuagar los granos y disfrutar.
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