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Sarde, el nuevo inquilino del mar en la Roma Norte

Foto: Sarde Instagram

Con interiores que se asemejan más a un ‘music bar’—y, por cierto, con una línea musical destacada— el restaurante Sarde finaliza su gestación y abre las alas para volar en el conglomerado cielo culinario de nuestra Ciudad de México, específicamente en la Roma Norte.

Colaboración especial: Humberto Sarkis, Consejero MB

De corte sobrio al primer paso por su entrada, un entorno fresco pero serio recibe al que ingresa para sumergirlo en la pasión culinaria de dos chefs que recientemente llegan desde Nueva York y regocijan las papilas y la vista con un caleidoscopio de opciones que van desde cortes cuasi-japoneses, hasta ilustraciones posmodernas de clásicos intemporales como el ‘Fish & Chips’.

Páramo discreto que a duras penas es perceptible desde la calle, al sentarme en mi mesa con mis invitados procedí con inmediatez a pedirlo todo: invariablemente, todo.

Oleaje, sabor y corrientes marinas al plato: restaurante Sarde

Al poco tiempo comenzaron a llegar los platillos: entradas entremezcladas con principales en una sinfonía de gustos y más gustos. Las porciones son pequeñas, por lo que tuvimos que ordenar más.

De lo transcurrido sobresalió, sin lugar a duda o temor a equivocarme, la macarela… Cortada geométricamente y estilizada sobre una base de yuzu, la firmeza y el sabor persisten hoy en mi memoria, y ahí permanecerán por un buen periodo. La almeja reina—lineal, minimalista, fue también una grata materialización del talento culinario que las prepara. Su versión de un ceviche con hueva de trucha me hizo reflexionar en que lo menos tiende a ser más.

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Ahora bien, no en todo se gana: las tartaletas de cangrejo fueron el único plato que no trascendió, mismo que al hacerlo extensivo a su gerente fue recibido como lo es, una crítica constructiva para mejorar, nunca para denostar.

La coctelería merece reconocimiento sin vanagloria, mientras que el antes mencionado ‘Fish & Chips’ amerita fanfarrias y pirotecnia; ni en Inglaterra he probado uno tan delicioso. Hasta su versión de la salsa tártara conllevó un aplauso de pie.

Pocas cosas sorprenden hoy en día, salvo la violencia incremental en las noticias o los disparates de ciertos políticos. Sobre todo, en el medio gastronómico permea una homogeneidad subyacente, una interferencia colectiva a la creatividad y al riesgo. Sarde lo rompe, con su oferta digna y reservada, abre un nuevo paradigma en las mesas capitalinas y se postula como uno de mis favoritos, quizá también de ustedes.

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