Los vinos fortificados o generosos son aquellos a los que se les añade alcohol vínico, aguardiente o brandy (encabezados), antes o durante la fermentación. Son muy longevos, pueden durar 50 años o más.

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Inicialmente, el objetivo de la fortificación de los vinos era conservarlos en buen estado durante las largas travesías en barco desde su país de origen hasta su destino final que, por lo general, era Inglaterra.

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Dependiendo del país, los fortificados poseen una identidad propia definida por los tipos de uva, lugar de crianza, proceso de envejecimiento y con distintas clasificaciones y estilos.

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