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Con vinos nuevos y comida rica, Casa Madero celebra 425 años

Foto: Casa Madero

Entre música, fuegos artificiales, viñedos y más de 500 invitados, Casa Madero celebró sus 425 años. Y sí, esta, la vinícola más premiada del país también es la más antigua de América, así que la fecha ameritaba todos los festejos posibles.

El momento cumbre del evento fue la hora de la comida: un menú curado por el chef Jorge Vallejo de Quintonil. Durante seis tiempos se contó la historia de los caldos, el edificio, los campesinos y los enólogos. Se puso sobre la mesa una conversación que exploraba la belleza del territorio y que se manifestaba no solo en vinos excelentes sino en platillos memorables.

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Los festejos por 425 años de Casa Madero

425 años contando historias fue el lema que enmarcó la celebración. Historias del país, de la gente de a pie, de los trabajadores del campo. El evento fue presidido por los hermanos Brandon y Daniel Milmo, quienes están a la cabeza de esta vinícola desde hace más de 20 años.

casa madero 425 años

Lo más importante de esta celebración fue el descorche de una botella nunca antes probada por nadie extramuros del equipo Casa Madero. Se trata de un espumoso blanco sin etiqueta ni denominación aún, que se hizo específicamente para este momento. La botella saldrá a la venta, sí, aunque en un par de meses para que todos la prueben.

Otro hallazgo –cuyo lanzamiento sucedió en la Gala de los 100 Mejores Restaurantes de Marco Beteta sucedida en noviembre del año pasado– fue un vino tinto 3V conmemorativo también de los 425 años de Casa Madero. Es un vino tinto ensamblado con 3 variedades de uva: Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Shiraz, de cosecha 2019 con dos años de crianza en barrica y 12 meses de crianza en botella. Complejo y elegante, potente y de gran cuerpo, expresa lo mejor del terruño del Valle de Parras y refleja el cuidadoso proceso de vinificación y crianza.

El menú y el maridaje

En 1597 se otorgó a don Lorenzo García un documento llamado Las Mercedes, una especie de escrituras del terreno que hoy atestigua a Casa Madero como la vinícola más antigua del continente. Sobre estos cimientos se levantaron paredes blancas que dan identidad a la hacienda y estas fueron las fuentes de inspiración de Jorge Vallejo para crear un primer plato: callo de hacha con aguachile de kale, jengibre, wasabe y chiltepín.

El maridaje de mariscos en México tiene un nombre y es, definitivamente, Casa Madero. Esta ocasión se presentó la etiqueta 2V que armoniza por sus notas ácidas y dulces equilibradas.

Los trabajadores del campo nutren sus cuerpos con chileatole, preparado a base del maíz que cosechan. En tiempos de vendimias, nuestras uvas y vides representan las piedras que cimientan el líquido que da sentido a nuestra razón de ser. Este plato es un homenaje a esa comida sencilla del campo: un chileatole con nabos, elote tierno y moringa que se armonizó con un Gran Reserva Chardonnay por sus notas presentes de acidez.

Una de las botellas más socorridas de la vinícola es el V Rosado, y por supuesto que es parte de los festejos por 425 años. Lo acompañó una lobina rallada con ejotes zarandeados que rinden homenaje, en sus nota dulces y tenues, a los huertos de la región. El mar acompaña a las hortalizas que, de acuerdo con la historia que cuenta Jorge Vallejo, son producto de la magia que existe en el territorio, pues resulta sorprendente que haya tierra tan fértil en un desierto como el de Coahuila.

Sabores inolvidables, igual que los 425 años de Casa Madero

El plato fuerte hizo brillar al Gran Reserva 3V del 425 aniversario de Casa Madero. Consistió en un filete de res wagyu en barbacoa con chile pasado, ensalada de nopal, queso canasto, cebollas rostizadas, kimchi, frijoles charros y chorizo de hormiga chicatana. Para taquear, por supuesto, con tortillas de harina recién hechas.

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Foto: Marco Beteta

Para cerrar con broche de oro, primero un limpiador de paladar. Nieve de frutos rojos con Casa Madero 3V y ahora sí, la hora del postre. Vallejo presentó un flan de queso asadero con nibs de cacao; ese fruto tan codiciado para los pueblos originarios y que hoy recorre el mundo en forma de chocolate.

Para brindar, un blanco espumoso nunca antes visto, fuegos artificiales que iluminaron la noche y la voz de Natalia Lafourcade y su música tradicional mexicana.

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