La vuelta al mundo en los 10 postres más famosos
Postres como el tiramisú, los pasteis de nata, la créme brûlée o los brownies han dado la vuelta al mundo volviéndolos famosos y deseados.
Se calcula que en el mundo están clasificadas entre 15 y 20 mil especies de hongos comestibles; entre ellas, el portobello ha ganado enorme notoriedad en los últimos años.
Y es que este familiar del champiñón blanco, originario de la zona del Mediterráneo, se ha convertido en ingrediente esencial de cualquier clase de recetas, desde ensaladas y sopas hasta pizzas y platos más sofisticados.
Entre las características que distinguen al que actualmente muchos califican como “rey de los hongos” destacan la coloración marrón claro, el gran tamaño del sombrero (llega a medir hasta 15 centímetros de diámetro), la textura firme, carnosa y tersa, así como un sabor intenso y un poco más dulce que otros hongos.
Pero además de estas propiedades que le brindan mucha versatilidad para cocinar, el portobello incluso puede ser catalogado en la lista de los súper alimentos por los numerosos beneficios que aporta a la salud.
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Para empezar, el portobello da un efecto de saciedad y 100 gramos contienen apenas 30 calorías. Es bajo en sodio, por lo que ayuda a mantener controlada la presión arterial. Asimismo es excelente fuente de fibra (ideal para combatir el estreñimiento), vitaminas del complejo B y de minerales como el fósforo, potasio, cobre, zinc y selenio.
Este último es un poderoso antioxidante, necesario para el óptimo funcionamiento de la tiroides y el aparato reproductor y que coadyuva a la prevención de enfermedades cardíacas y de ciertos tipos de cáncer.
Sin duda, estas son muy buenas razones para incluir al portobello como parte de tu dieta cotidiana. Puedes comerlo cocinado a la parrilla o ligeramente salteado e incluso crudo como en la siguiente receta.
Para cuatro personas necesitarás 200 gramos de portobello, 4 cucharadas de aceite de trufa, 2 cucharadas de vinagre de jerez, 50 gramos de queso parmesano en láminas, sal y pimienta al gusto.
Mezcla en un bol aceite, vinagre, sal y pimienta, y deja macerar. Mientras, limpia y corta el hongo en finas láminas y colócalas en un platón extendido. Rocía encima el aderezo y permite que penetre por algunos minutos. Antes de servir añade las láminas de parmesano y, si lo deseas, un poco de trufa rallada. Más sencillo, imposible.
Enjoy it!