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Panes dulces mexicanos para soñar despiertos

Ese aroma que desprenden recién hechos o la alegría que provoca la sola idea de comerlos son motivos suficientes para rendir un tributo a los panes dulces mexicanos. Variedades incuantificables, creadas por comunidades locales y extranjeras que han hecho nuestro un patrimonio que sabe muy bien a cualquier hora del día.

Picones, chilindrinas, ladrillos… Todos con nombres curiosos y respondiendo a la simplicidad de lo cotidiano. Creaciones con significados más profundos como el pan de muerto o el pan de mujer. Con primos lejanos, como la rosca de reyes o los cuernitos.

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Panes dulces mexicanos: una historia de mestizaje

croissants
Foto: Dominio Público

Su origen se remonta a la época del Virreinato y pone el foco en los conventos. Fueron las monjas peninsulares quienes transmitieron a los pueblos originarios esas técnicas que ellas, a su vez, aprendieron de los franceses. En los barcos viajó el trigo para hacer harina y también la mantequilla que servía para dar mejor textura. De América se aprovechó la caña de azúcar y también los huevos de guajolote, que son más grandes que los de gallina.

Pasaron los años y llegó otra colonia migrante que enriqueció aún más el panorama: los chinos. Eran el siglo XIX y, siguiendo el patrón de los cafés parisinos, la comunidad china se arrancó a preparar pan en diferentes formas. Entonces, entre los españoles, los franceses y los chinos construyeron el maravilloso mundo de los panes dulces mexicanos.

Puedes visitar algunas de las panaderías más antiguas del continente en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La Vasconia, en la calle de Tacuba, es la que tiene el registro más viejo pues se abrió ¡en 1870!

Crecimos como una sociedad tan arraigada al pan dulce que se creó todo un culto alrededor de él. La canción de Tin Tán trascendió desde los años 50 a ser hoy una melodía que presagia una tacita de leche o chocolate y una buena concha para merendar en muchas ciudades del país. También con las preparaciones clásicas se han desarrollado nuevas propuestas que puedes encontrar en panaderías como Rosetta.

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Nuestros favoritos y su historia

¿De dónde vienen? ¿Tienen algún dato curioso? Todas las cosas ricas y valiosas de la vida lo tienen. Aquí te compartimos nuestros favoritos.

Cuernito

En apariencia es como un croissant francés pero la receta es diferente. El primero parte de una masa laminada con mantequilla y la segunda es más bien una masa enriquecida con mantequilla y huevo. Notarás las diferencias en la textura: el galo es más crujiente, el mexicano es más esponjoso.

Bisquets

Una obra de arte inventada por los chinos que recuerda a los scones y biscuits estadounidenses. Dicen que se inventaron en Tampico y es ahí donde también suelen ser compañeros del café matutino junto con mantequilla y mermelada.

Chilindrina

Tradicionalmente, este pan se elabora con harina de trigo, manteca y azúcar. Debe espolvorearse con azúcar antes de hornearla, lo que le dará su factor de diferencia. Como parecen pequitas, este pan inspiró a Chespirito para nombrar así a uno de sus personajes.

Ojo de buey

Esta es una combinación de dos técnicas panaderas. La primera es un hojaldre con el que se forma un círculo y en su interior se rellena con una masa esponjosa de panqué. El resultado es el contraste de texturas más angelical que verá tu café el día de hoy.

Cubilete

Con forma de muffin pero de consistencia más dura, los cubiletes son pequeños pastelitos que se preparan con diferentes sabores: vainilla, elote, queso…

Puerquitos de piloncillo (Tlaxcala, Hidalgo y Puebla)

De los consentidos para la hora del café. La receta es sencilla: aprovecha harina, piloncillo o melaza y un poco de huevo. El resultado es más bien una galleta crocante con sabores intensos.

Concha

Esta es, quizás, la pieza de panes dulces mexicanos más famosas en el planeta entero. Consiste en una masa brioche (harina de trigo, mantequilla, huevo, leche y azúcar) que se corona con una costra dulce en forma de concha. Hoy las hay de todos los sabores y colores, incluso hasta en formas de animales, mantecadas y pasteles enteros.

Cocol

Pan que tradicionalmente se cocinaba en horno de leña y que tiene sabores a nata, vainilla o anís, siendo esta última la más popular. Tiene forma de bolillo u ovalado.

Mollete (Puebla)

Desde el día del padre hasta finales de septiembre es época de este pan poblano que se prepara con pepita de calabaza, crema pastelera con sabor a coco y una masa brioche. Es el postre preferido para acompañar chiles en nogada.

Garibaldi (CDMX)

Pan con sabor a vainilla que se baña con conserva de chabacano y termina con chochos blancos. Aunque fue inventada por italianos, es uno de los panes dulces mexicanos más socorridos.

Pan de pulque (Hidalgo, Tlaxcala, Estado de México, Puebla y Sonora)

También conocido como pan de pueblo, esta preparación utiliza pulque para fermentar más allá de las levaduras tradicionales. Esto le da sabores herbales y dulces que son perfectos para armonizar un café de olla.

Picones (Jalisco y Colima)

Es un pan muy similar a las conchas, pero sin cubierta. Suele tener sabor vainilla y para decorar se le pueden poner chochos, azúcar, ajonjolí o dejarlos solitos.

Pan de yema (Oaxaca)

Un pan grande, esponjoso y perfecto para chopear en el fondo de una taza de chocolate de agua. Obtiene su textura gracias a la yema de huevo.

Pan de mujer (Sinaloa)

También se conoce como pan de vieja en Sonora y consiste en una receta solamente elaborado por mujeres y en horno de leña. Los sabores son dulces, a piloncillo.

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